Carlos Agustín es madrileño de nacimiento y de corazón. Desde hace años vive geográficamente lejos de sus barrios y de sus raíces, pero en su alma sigue callejeando cada día por su Madrid natal. Y es que la infancia de las personas determina su existencia en un porcentaje enorme.
Su vida laboral ha estado, desde hace casi cuarenta años, al lado de una pizarra escolar. Ahora, ya jubilado de la actividad docente, echa de menos el papel, el boli y la escritura. Es esa añoranza por contar historias lo que lo impulsa a escribirlas ahora.
Historias vividas en primera persona, otras que un buen día le relataron, que escuchó en un café… y algunas inventadas también. Todas ellas con una pátina de lo cotidiano, de una sociedad ya casi desaparecida en la vorágine de estos tiempos.