Carlos Espinosa, autor de estos relatos, es un amante de las letras que nunca ha pretendido ser un escritor profesional. Joven universitario, partió de Lima, su ciudad natal, para estudiar en
Europa, antes de recorrer Estados Unidos y México. En episódicos retornos al Perú fue profesor en el Colegio Markham, funcionario del ministerio de Relaciones Exteriores y columnista en diarios
de Lima. Tras colaborar, como secretario del historiador Raúl Porras, en investigaciones sobre el cronista cuzqueño Garcilaso de la Vega «El Inca» en Montilla y el Archivo de Indias de Sevilla, se
domicilió en París donde reside jubilado de la Agence France Presse, la gran red internacional de noticias. A poco de que Víctor Raúl Haya de la Torre, el fundador del APRA, despojado de su
peruana nacionalidad, recibiera la dignidad magisterial de «fellow» de la universidad de Oxford, se vio honrado con las funciones de secretario del ilustre político, labor a la que se aplicó en tie
rras europeas por más de un decenio. Espinosa se nos aparece como uno de los escasos testigos, aun en vida, que frecuentaron, además del doctrinario del aprismo, a la pléyade de patricios que
le acompañaban en la lucha por la democracia y los derechos humanos: Seoane, M. Vázquez Díaz, Cossío del Pomar, C. M. Cox, A. Tello, Isaac Espinosa, León de Vivero, entre otros legítimos y
heroicos dirigentes del partido del Pueblo. Tiene publicados: Autoservicio (poemas), Eguren oracular (ensayo sobre el poeta limeño con carta liminar de Xavier Abril), Vislumbre de Haya a que
marropa (prólogo de Armando Villanueva) y Un juego de indicios con su homenaje a Raúl Porras y varios circunstanciales artículos literarios.