Nací hace mucho, pero todavía me acuerdo. Fue en 1941, en Madrid, que, a pesar de las adversidades, continuaba siendo un centro neurálgico de la política y la cultura española, comenzando a establecer las bases para un futuro más próspero. El año en que llegué, Madrid era una ciudad herida pero resiliente, en un complicado cruce entre el pasado sangriento de la guerra y un futuro incierto en el contexto europeo.
Con 5 años decidí emigrar a Argentina, acompañado de mi padre Fernando, mi madre Josefina y mi pequeña hermana María Esther. En Buenos Aires, algunos años después, ingresé en la Facultad de Medicina y, como las buenas costumbres mandan, a los 23 años me gradué de médico. Antes de comenzar el colegio ya sabía leer; mi madre me enseñó y me sumergió en el mágico mundo de la lectura. Primero fueron unos pequeños libritos ilustrados del ratón Mickey, el pato Donald y compañía. Después llegaron Emilio Salgari, Julio Verne, Alejandro Dumas, Víctor Hugo… y una hermosa biblioteca con los clásicos de la literatura universal, que comencé a devorar con 13 años.
A los 15 años arribaron a mi playa las naves de los aqueos, varando en Troya con Homero: La Ilíada, La Odisea… A los 17, los clásicos de la literatura griega: Sófocles, Eurípides, Aristófanes… y, con Heródoto, se despertó mi interés por la historia.
A los 36 años regresé a mi querida España, que mi madre Josefina se encargó de coser a mi corazón y traje conmigo a Mabel y a mis tres maravillosos hijos: Fernanda, Stella y Gustavo, utilizando el genérico y por orden de aparición en el escenario del mundo. En Argentina, mi segunda patria, quedaron mis queridas hermanas: María Esther y Aurora. También Josefina. Mi padre había fallecido poco antes.
En Madrid ejercí mi profesión con la especialidad de cirugía plástica y, ya en la madurez, cogí la pluma y comencé a vomitar letras. Estos son los títulos:
El atentado que no cambió al mundo (ganadora del premio de la Sociedad Española de Médicos Escritores).
El boom de la cirugía plástica; La belleza del rostro; Los manuscritos de Massoura; Guillermo de Bosses; Yo, José, padre de Dios; La ciudad entre las nubes; Conspiración y muerte en el Vaticano; Sertanejos; 11 de septiembre, el advenimiento del anticristo; Cid Campeador, señor de la guerra (finalista en el concurso literario de la ciudad de valladolid); Perverso instintivo.