Usted quizás, buscando en mi la definición, la razón de mis pensamientos, y yo veloz, desde el año 1986, buscando siempre ser marciano, para comprender sus pensamientos.
Aquí desde mi ostracismo, a menudo imperceptible, resisto. Resisto y siento dentro de mi las fuertes influencias de la cultura española, patria mía, de Suiza, de La Habana de Juana, Cuba hermosa, de los Estados Unidos, y recuerdo el beso de mi madre al partir a la escuela comunista, surgir como un analista total y científico puro desde las entrañas de los barrios más violentos, poderosos y efusivos.
Mis grandes maestros fueron la dureza de la calle asalvajada, lo que sentí al tocar las almas destrozadas, mi maestro Mora, mi José Martí, mi padre Román González, mi Dimitri Mendeléyev, mi madre Elba, mi Denis Diderot, mi Jacques Rousseau, mi Chalo,
mis clásicos literarios españoles.
Desde el principio mi vida estuvo envuelta en sobresaltos, cedido a veces a otras familias para poder estudiar y alimentarme, desempeñé trabajos diversos, en ocasiones de una dureza extraordinaria, en la fundición de aluminio y plomo, la ebanistería, la excavación y demolición en el abrasador Desierto de Nevada, como peón en Dakota del Norte, viviendo largos periodos en las calles, como albañil en Zúrich, recepcionista, taxista, emprendedor, como Soldado de Transmisiones del Cuerpo de Ingenieros en la División Acorazada Guadarrama.
Emprendí trabajos periodísticos y de activismo en defensa de los Derechos humanos, siempre opuesto a la opresión.
Siempre analítico y teórico, investigador incansable de la conducta humana. Ho, sí, siempre ahora ya la pregunta pertinente para usted. ¿Dónde se encuentran los límites de mi ostracismo? Yo no lo sabría jamás. ¿Y los de esta Obra? ¿Sobre todo mi ser, los de esta obra?
Y ahora, durante seis extensos y durísimos años confeccioné esta obra por la que respiro, aceptando mi responsabilidad como pensador, ella de mis trabajos filosóficos de total inmersión y concentración, de toda mi experiencia y los recuerdos de mis ancestros, Alma y Rebelión.
Una decisión que sé, podría costarme la vida, y también sentir que se iluminan en nuestros ojos las ideas de libertad, las ideas de poder. Y la incógnita me castiga desde su nacimiento; jamás sabré hasta donde esta obra es real o ficticia.
Firmado aquí, decididamente.