Gabriela Castro, autora de La presencia del pasado, su primera obra, se vio inspirada a compartir la historia de su infancia después de haber tenido un sueño con la casa en la que se crio junto a sus hermanos y a su madre. El lector podrá apreciar la unidad de unos niños que se cuidan entre
sí y que son rivales solo cuando les conviene. También recuerda la corta vida de una niña que no pasó de sus diez años, un primo que se arriesga buscando a su padre, una abuela un poco estricta y otra muy orgullosa de sus nietos, un padre ausente y una madre más que presenta, una maestra mala y una tan buena como un ángel.
Compañeros de escuela haciéndole la vida imposible y también una mejor amiga. La unidad de la familia que sigue tan intacta como al principio de la historia.