Desde muy niño, a Armando Olaya (Ciudad Bolívar, 1978) le causó una profunda impresión la frase: «Hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro». El niño comprendió que escribir un libro era una empresa bastante difícil, y que era muy probable que él no escribiría uno jamás. Por ello, en su mentalidad de infante, se propuso sembrar muchos árboles y concebir unos cuantos hijos para así conseguir equilibrar la balanza. Corrió el tiempo y mudaron las tornas, el niño hizo a un lado su idea de engendrar hijos, y aunque persiste en su empeño de sembrar un árbol, lo ha ido postergando. A la fecha ese niño que lo ignoraba todo y que todo le causaba asombro ha escrito unos cuantos libros: este es el primero que somete al escrutinio público.