El pertenecer a una familia numerosa, donde la lectura era una señal de identidad, te facilita las cosas. Desde bien pequeño me gustaba leer, de todo, pero tenía una especial predilección por la novela policiaca y de género negro, aunque nunca dejé de leer a los clásicos (siempre recomendables) y la novela contemporánea. En casa teníamos toda la colección de Agatha Christie, a la que se fueron añadiendo Raymond Chandler, Simenon, Cornell Woolrich, Dashiell Hammett y otros muchos. Con el tiempo, continué con esta afición y fui incorporando autores: Harlan Coben, Michael Connelly, Henning Mankell, Gómez Jurado, Lorenzo Silva…, sería imposible nombrarlos a todos.
Empecé a escribir tarde y casi por casualidad. Durante la pandemia por la COVID-19, confinado por la sospecha de contagio, escribí mi primer relato. Logré completar un volumen con quince historias, Relatos de género negro y otras historias (2021), que edité, pero no salió a la venta, simplemente fue un obsequio para mis familiares y amigos. Mi reto fue intentar escribir una novela, que pensaba no sería capaz, y nació Asesinato en la pista de tenis (2021) y La soledad de odio (2022).
Esta última, Huida desesperada, representa mi repulsa a las drogas y a la violencia, aunque escribiendo estas historias no lo parezca. Estoy a punto de jubilarme de mi profesión ejercida durante más de cuarenta y cinco años y creo haber encontrado un hobby que llenará mis muchas horas de «aburrimiento», tras todos estos años sometido al estrés de una profesión liberal, con un alto grado de responsabilidad.