La niñez pasó y deja recordar. Se llega a un acuerdo con la mente del escritor, que llega a sobrepasarse en crear historias. Antes de dormir, era costumbre antigua inventar cuentos poéticos y transmitirlos. Hasta que dije: «Empiezo ahora mismo a escribir». Así fue como empecé a contar cuentos verbales en voz baja, a escribirlos y dar rienda suelta a los mundos que hay y que me acompañan; copiar esta costumbre arcaica a la temprana edad la literatura imaginada se mantiene hasta ahora mismo, lo que me produce una condensación en un espíritu de escritor que se encuentra con la ficción, y la hago testamentaria y verosímil.
La lectura de otros autores la tuve que intensificar continuamente, y absorber acontecimientos diarios de la vida cotidiana, tanta política, artística y científica, que formaron mi ideario novelesco y poético, que me conmociona y me transforma a ser un vuelo idílico.
Mi obra es una elipsis de encontrar y reponer, no mudas letras con mancha y tinta. Es una abstracción de amagos, frases ocurrentes, desconocidas, que huyen y regresan…
Mis expresiones, aparte de la escritura, son las artes plásticas (pintura, escultura, cerámica), que me ayudan a manifestarme con arte. Soy un artista multidisciplinar con sentido abstracto; de ahí enriquezco mi poesía.
Tengo un libro publicado y cientos de borradores guardados, con varios recitales en mi haber. La pasión por la literatura surge de ver a mi padre siempre con un libro en sus manos. Era un incansable lector de libros, y me lo contagió.