Decía Pirindello “La verdadera felicidad reside en tener pocas necesidades” por ello cada vez se me hace más difícil ser feliz lejos de ti, de sentir en mis venas la sangre de tu pasión, el orgullo de tu historia y el calor de las almas que hacen de tu personalidad, origen y destino de mis necesidades… Conocerte no es pasearte, es sentirte, no es descubrirte, es amanecerte en la intimidad de tu desnudez temprana, conocerte no es darte la mano, es coger tu mano y perderme en cada esquina de los sueños que vamos cumpliendo juntos… Conocerte es describir un tramonto con la tabla de colores de unos besos pretendidos… Es traspasar puerta Camollia y sentirme tres veces tuyo, como en el libro de Moccia, crecer como crecen los adolescentes enamorados, sin que nos importe las consecuencias, agarrados al tiempo infinito del reloj de nuestra Torre, encontrándonos en cada conversación, y también en cada silencio… Salute por esas miradas que dicen tantas cosas sin necesidad de palabras… Para saber de ti tan solo hace falta mirarte a los ojos blancos y negros de tu Duomo, y dejarse contar historias al oído sobre todas esas puertas que abren de par en par el cielo de tu horizonte…