—No, no quiero a gente haciéndome preguntas. Necesito a alguien que me dé respuestas.
—Pero yo no soy la persona adecuada. Contrate a un detective privado…
—Ya lo intenté y no funcionó. Ha dejado el caso.
—Pero insisto en que yo no soy la persona adecuada… Insisto…
—¿Y cuánto dinero le haría cambiar de opinión?
—55 000 dólares, el 50% por anticipado, y mil dólares por día trabajado. ¿Quién es el muerto? —respondió Vincent con sorna, para quitarse a aquella mujer de encima definitivamente.
Pensaba que estaba pidiendo la luna y que sus exigencias eran una buena forma de dar fin a aquella conversación.
—Me parece justo. La muerta soy yo. Le enviaré un whatsapp con mi dirección para vernos mañana —dijo la mujer cortando la llamada.
Capítulo 4. «Vincent, el ayudante».
No es necesario entrar en el detalle del diálogo que tuvo lugar entre los dos, pero sí es importante señalar que finalmente Orbret retó a Urko para que demostrara su poder e identidad, transformándose en un pulpo, una gaviota y un elefante. Y Urko, exhibicionista nato, se hinchaba de orgullo al concluir cada una de las demostraciones.
Entonces, Orbret le desafió a una última transmutación: un percebe. Si lo conseguía, probaría ser el dios Urko sin lugar a dudas.
¿Por qué un percebe? «Porque un percebe es el animal justo en la frontera entre un gusano del reino de la tierra y un molusco del reino marino y una roca del reino de los minerales», le contestó Orbret.
Capítulo 22. «La raíz»
lamuertasoyyo@gmail.com