Me inicié en este mundo a los veinticuatro años de edad, a pesar de que siempre he sentido una gran inclinación por la naturopatía. Sin embargo, mi entorno familiar y los tiempos que corrían entonces no fueron propicios para poder avanzar más allá de la enseñanza general básica y, a partir de ahí, a trabajar. Aun así, fue tanto el interés que siempre sentí por este campo que nunca me permití alejarme de él y siempre he tratado de recopilar conocimientos allá donde la vida me ha llevado durante el transcurso de los años.
En el año 1980, me inicié en los conocimientos de la radiestesia y el poder de la mente. La primera fue ocasionalmente, al haber solicitado a un pocero para perforar un pozo en el perímetro de mi casa. Me sorprendió la forma de localizar los cauces subterráneos utilizando una vara de sauce. Era tanta mi ignorancia que le pregunté para qué servía. Su respuesta fue que era necesaria para saber dónde estaba el agua. También le pregunté si podía ver el agua del subsuelo. El pocero se echó a reír y me contestó que eso no lo podía hacer cualquiera, que también se podía hacer con un péndulo, pero no me explicó cómo hacerlo. Entonces, mi instinto me llevó a coger un trozo de cadena gruesa que encontré por el suelo y me dispuse a seguirla por donde él andaba marcando los puntos. Los dos quedamos bastante sorprendidos al ver que la cadena se me retorcía cuando yo pisaba un punto de los que había previamente marcado. A partir de ahí, empecé a estudiar esta técnica, puesto que, al hacer unas comprobaciones similares a las del pocero, este me advirtió de que tenía mucha sensibilidad radiestésica. De esta forma, comenzó mi trayectoria vinculada a la radiestesia, estudiando y practicando hasta alcanzar una maestría y capacitarme para impartir cursos. Si yo pude, tú puedes.
Pepe Vázquez Outeda