Josep Capdevila, de nacionalidad española, nació en Cataluña. Diplomado en federalismo internacional
por la Escuela de Federalismo Internacional de Aoste (Italia). Se inició como profesional en la industria agroalimentaria, gracias al paso por tres escuelas de prestigio (Escuela Nacional de Sanidad de España, Escuela Superior de Ingenieros Industrials de Barcelona y Escuela de Ingenieros agrónomos
de París), así como por el Instituto N. Appert (ingeniería alimentaria humana) e Instituto Pasteur
(microbiología alimentaria). A partir de aquí sintió un profundo respeto por la ciencia.
Luego, para estudiar el papel de España en la Comunidad Económica Europea (CEE) —la Unión Europea actual— se trasladó definitivamente a París, donde residió durante dieciocho años, para estudiar a fondo la economía y el derecho europeos en La Sorbona, las relaciones internacionales en la Escuela de altos Estudios Internacionales y el papel de Europa en el Nuevo Orden Internacional en el Instituto de Estudios Políticos (IEP). Detectó este papel como muy apagado y vulnerable.
Para estos estudios, destaca los siguientes traslados: casi toda Europa (occidental y oriental),
todo el continente americano (norte, centro y sur), Melilla (norte de África) y Medio Oriente, así como
múltiples visitas a la Comisión de la Unión Europea, la realizada a la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) en Viena, el viaje a la biblioteca del Congreso de los EE. UU. y numerosas estancias en Madrid.
Sus aportes son variados: desde la ciencia pura al más allá de las humanidades. En estas últimas,
aplicando el razonamiento científico, en 2007, en su libro titulado Ética, dignidad y Trauma demostró
un nihilismo casi general. También ha reprobado sin escrúpulos a los personajes responsables,
estados, organizaciones internacionales y todas las dependencias de las Naciones Unidas. Acerca de
las religiones, se cuestiona si superaremos algún día el hecho según el cual «con la religión hemos
topado», y si podremos utilizar sus gracias positivas como instrumento de desarrollo más equilibrado.
Creó la escuela pictórica titulada SURLENISMO (integración del Surrealismo con el Helenismo), para
transmitir mejor los conocimientos, según el adagio que dice «Vale más una imagen que cien palabras».
Como telón de fondo, hay la constante búsqueda de soluciones para el mejor bienestar de los hombres,
desde que en 1976 publicó acerca del complemento nutritivo entre proteínas vegetales y animales para
la alimentación humana, en dos direcciones: llegar mejor a las poblaciones que disponen poco de
proteínas de origen animal y entorpecer menos el medio ambiente.
Espera participar en la elaboración de un derecho internacional más fidedigno, pues el actual cree
que es un aborto. Cuatro razones suplementarias le suministraron mucho ánimo: el haber podido
trabajar con R. Barre, catedrático y exprimer ministro francés (1988-1992); las altas autoridades
de la United Nations Educational, Scientific and Cultural Organisation (UNESCO) reconocieron
por escrito que «abordaba los mayores aspectos de la economía y de la geopolítica internacional», 1990; en el boletín de los antiguos alumnos de la Ciudad Internacional Universitaria de París (CIUP), en 1999 le dedicaron una página; y el American Biografical Institute (ABI) en 2012 le incluyó en el
Diccionario Americano de Profesionales.