Nací en un pueblo con mar y olor a cítricos un día de Navidad de 1982. Tras diez largos meses de gestación y con dos vueltas de cordón en el cuello, soy la oveja mediana de tres hermanos y podéis imaginaros
el color. Mi vida siempre ha estado rodeada de amor y masacres, en igualdad de condiciones han sido necesarias para dar lugar a la guerrera que me defiende y a la niña que me demanda. Conocí el maltrato, la pérdida y la humillación, pero también viví en mis carnes y en mi pecho los abrazos más sinceros, los besos más carnosos, la fuerza de la confianza y la protección emocional más infalible. Amor y otras masacres es la forma en la
que he aprendido a traducir la vida para poder comérmela, poder dar forma a tanta intensidad es el motivo por el que todavía sigo latiendo. Si encuentras un trocito de ti en una insignificante frase, ya tenemos mucho en
común.