La historia de los pueblos la hemos venido conociendo en base a los grandes hechos que a la par nos han dejado constancia de los “grandes hombres” que la forjaron. Son acontecimientos, sin duda, sin los cuales resultaría imposible comprender y aceptar el presente real de cada pueblo y Nación. Es la HISTORIA, con mayúsculas, que trasciende a través de los múltiples testimonios insertos en tratados, manuales y enciclopedias.
Pero junto a esta HISTORIA, y de forma paralela, siempre se han desarrollado otras múltiples historias, anónimas y desconocidas, que no por ello dejan de tener su pequeña parte de grandeza, dignidad y tributo al acontecer. Es la historia en minúsculas que pocas veces trasciende a través de las diversas literaturas. Y sin embargo, la “una” no sería posible sin las “otras”.
Este texto quiere rendir homenaje a esas “historias en minúscula”, historias anónimas y personales con las cuales fue posible pergeñar aquel acontecer patrio que algún día nos fue posible aprender, aunque siempre fuera con la deriva y según el color con que la veían aquellos que nos la quisieron contar.