Madre, maestra de inglés, educadora, auxiliar de clínica, exmilitar, profesora de español para extranjeros, emprendedora. Me gusta pensar que soy una persona bastante equilibrada y que mi familia también lo es, pero, a cada paso que damos, nos llegan nuevos desafíos. Según la etapa de la vida en la que me he encontrado, he ido priorizando unas u otras cosas. En este momento, mis esfuerzos los dedico principalmente a mantener en la medida de lo posible ese frágil equilibrio entre el trabajo, la casa, las peques, la pareja y, por supuesto, yo misma. Soy una persona muy sociable, positiva y me gusta rodearme de personas vitamina. Me gusta ser asertiva y siempre intento pensar antes de hablar para poder ser lo más comedida posible, sin dejar de decir aquello que no me gusta o que no veo bien, aunque, como todo el mundo, en ocasiones, meto la pata. No suelo dar mi opinión de las cosas que no me atañen, a no ser que se me pregunte directamente, quizás por prudencia, o por miedo a no agradar o decir algo inapropiado. Por esta razón, para mí, escribir este libro ha sido un tanto controvertido, teniendo en cuenta mi personalidad. Tengo muy claras mis ideas y la manera en la que quiero educar a mis niñas, y estoy muy contenta con el resultado que estoy teniendo; por este motivo, quizás pueda aportar algo a otras personas. Para mí, es primordial que los peques tengan pensamiento crítico y que cuestionen las cosas, pero también que sepan seguir las normas y saber cuándo es el momento o no de romperlas. Puedo deciros que educar es tremendamente complicado. Diría que se asemeja mucho a dirigir una empresa: unos días de cal y otros de arena, surgen nuevas situaciones a cada instante que requieren tomar decisiones continuamente sin saber a corto plazo si es o no lo mejor para el negocio. Pues, de esta manera, el hogar se acerca bastante a lo que podríamos llamar la empresa de casa. Necesitas ser ducho en relaciones públicas, psicología, liderazgo, determinación, economía y demás.
Ahora sigo reinventándome como madre, aprendiendo. Aún no sé cómo me saldrá, pero espero que mis hijas se conviertan en adultas seguras de sí mismas, conscientes, equilibradas y disfrutonas de la vida; en definitiva, felices.
Os quiero, familia.