Nicolás Arellano Tejero, es el autor protagonista de este relato que se narra en primera persona; curtido en la universidad de la vida, polifacético y autodidacta, ha trabajado en un sinfín de oficios y profesiones desde muy niño, sin cansarse
nunca de aprender, por lo que ahora retoma la pluma olvidada en el pupitre de su niñez de postguerra para regalarnos su vivencias. Además de su dedicación al trabajo y a su familia como esposo, padre y abuelo, supo disfrutar del tiempo libre junto a sus amigos de reunión, que los que siempre ha estado compartiendo dos de sus aficiones favoritas: la caza y los fogones para un buen guiso de cuchara en el campo macerado entre brezos, mejorana y romero, y mediando un buen vino en la bota curada. Amante de los animales: perros, hurones…Siempre generoso con todos, también fue Presidente destacado durante muchos años de la Peña de Cazadores de Cádiz. Indiscutiblemente un hombre bueno.
Ángel Valaer Rubio, estudió Medicina y actualmente ejerce como especialista en Psiquiatría, Sexología Clínica y Psicoterapia. Ha publicado artículos científicos especializados en el sistema nervioso y ha cursado amplios estudios de máster y especialidades en Psicología, así como varias tesis doctorales con las que optó a los títulos de Doctor en Medicina y Cirugía y Doctor en Ciencias Biológicas. En la actualidad reside en la Bahía de Cádiz y compagina ambas dedicaciones: el diván y la consulta de psicopatología junto a las salidas y viajes profesionales para la observación, la fotografía y el estudio de la naturaleza por todo el mundo. El pasado año publicó la novela: “Una historia a trazos de carboncillo”, y durante este año, tres cuadernos de poemas reunidos en un libro de esta misma editorial: “Litoral de luz abierto a dos bahías”.