De doble nacionalidad colombiana y francesa, aunque envuelto en el mundo materialista y competitivo de los negocios, del “sálvese quien pueda”, con formación más bien científica y financiera y base actual en París (Francia); la espiritualidad siempre ha ocupado una parte muy importante de su vida, pues siempre supo que hay una energía superior a su persona que todo lo gobierna, que está en muchas partes y en ninguna a la vez. La luz de una estrella —tal vez fallecida hace tiempo— le mostró —como mirándole a través de un espejo— que el milagro que tanto esperaba era él mismo, que existía tanta felicidad inherente en él como sangre en su cuerpo o aire en el planeta. Empezó a escuchar en vez de opacar con sus eternas plegarias y esa noche, junto al nacimiento de su primera hija, supo que tenía un mensaje que dar. Este escrito es la primera parte de esa misión.