No diré cuándo nací, porque la fecha real del inicio de mi existencia fue cuando llegó el destino a mi llamada del Amor.
Me llaman feminista por alzar la voz del pensamiento, aunque haya connotaciones que hagan referencia a ella y a ellos… Me encanta mi vida y el tumulto de experiencias bebidas a bocajarro. Nací para vivir la aventura de la vida filtrando en positivo toda la mierda caída en ella, pero os diré que mereció siempre la pena, incluso ganándome a mordiscos el amor por ella.
Nunca escribí antes, porque suspendí Literatura al conocer a una profesora con ideas fijas y una severidad compleja; tampoco acudí a cursos de lectura, pero sí escuché a muchos que leían por mí, y de todo ello aprendí que la vida con AMOR es bella.
Me llaman díscola y transgresora en referencia a este libro que hoy ve la luz y, sabiendo que siempre hay una posibilidad transgresora en todo acto creativo o poético, he buscado a través de una personalizada paleta lingüística la presencia de la metáfora como un ser vivo, sin ningún ánimo despectivo que denigre a nadie; con una dualidad vivida llena de alegría, y un constante torbellino de emociones sentidas que me hacen ser tan inesperada como atrevida, he cultivado la libertad de mi lenguaje respecto al amor. Con honesto sentimiento, emociono al lector, ya que mi perspectiva busca desde lo que se siente a lo que se pierde, y ahí es donde la metáfora cobra su mayor expresión.
Mi técnica ha sido descrita también como intensa, como una romántica del siglo XIX, sin ser clásica, pero con la elegancia de la palabra fina y sencilla, cargada de metáforas al servicio de la imagen de un descaro amoroso, con mi voz femenina, honesta, llena de alegría y con ganas de continuar; os diría que mi conexión con vosotros, mis lectores, estimule vuestro corazón y tengáis la esperanza de que este es el AMOR que merece la pena vivirse con emoción y dolor.
Cuando el deseo de ser irreverente es la norma, y la irreverencia se convierte en conservadora, esa… no seré YO.
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