Fue creciendo a la sombra de su castillo feudal, cuando esa Fortaleza era un temido bastión y él venía a Castro Verde por la feria quincenal.
Aquellos viejos caminos que lo acercaban al Castro traían desde el Medievo el canto alegre del carro. Pronto los fue recorriendo en numerosas jornadas, sin reparar que allá arriba esa torre misteriosa también le marcaba el paso.
No le sorprende al fortín que aquel estudioso de entonces sea ya su valedor. Doctor en Filología, prolífico historiador. Autor de numerosas obras con diversos galardones.
Ahora con este libro, Polín regresa al castillo, a su burgo y alfoces. Los señores con sus rentas, la extensión territorial, los vínculos y mayorazgos, sus alcaldes y escuderos, los pleitos y los combates, herencias y testamentos. Los dibujos que en la piedra guardan su fundamento.
Puso en marcha una cruzada por dar prestigio a esta plaza, la tierra donde nacieron esas gentes de su raza: labradores esforzados, mujeres de vida esclava. La memoria de su pueblo y el mensaje que transmite la verde Naturaleza.
Fue mostrando las entrañas de la vida medieval: el Camino de Santiago que acaricia su castillo y que llega desde Oviedo procurando su destino. Los templos y monasterios, sus veredas y calzadas.
Los mártires de nuestras guerras. Los artículos de Reigosa (cronista castroverdense). Y trajo El Caballero Verde, de nuevo a la Fortaleza (doscientos años atrás fuera obra de Vicetto). Y la noche de San Xoán, esos versos del poeta pionero: Luís González do Cando, hijo de Monte Cubeiro. (Yacían todos perdidos, sin la honra merecida).