Roberto Ruiz Cruz ha publicado su primer libro, Relatos para Casandra, y está apostando al entusiasmo de quienes hemos esperado el momento en que sea la luz de sus palabras quien nos revele ese intenso mundo de las vivencias bélicas que han sido el común denominador en la historia reciente de América Latina. Muchos años y cosas han pasado desde la primera vez que vi a Roberto ingresar al salón de clases en la escuela de medicina en León, Nicaragua. Había cumplido ya su servicio militar y participado en acciones de guerra donde la muerte era una posibilidad cotidiana que permanecía escondida tras un árbol a la vuelta del camino. Ahora cargaba una guitarra que llevaba a todas partes en su viejo Jeep. Siguió siendo un muchacho soñador con la mirada puesta más allá del horizonte.
Un buen día se dispuso a escribir las historias surgidas de esa experiencia, según Roberto para «exorcizar fantasmas del pasado» y así fueron agarrando forma estos relatos donde el lector podrá percibir no sólo elementos técnicos de la vida militar descritos con el nivel de detalle de quien asumió con madurez, siendo joven aún, las vicisitudes de la guerra, sino también los sentimientos que afloran en tales circunstancias, manteniendo los relatos un equilibrio donde no hay protagonistas buenos y malos dentro del conflicto. El lector podrá disfrutar de una lectura amena, condimentada con el fino y a la vez desgarrado humor que caracteriza a los nicaragüenses a través de treinta y cinco relatos donde se mezclan acciones de combate, remembranzas de la niñez, reflexiones personales, recuerdos de los amigos caídos y la puesta en escena de nuestro país en las referencias de las guerras civiles del mundo contemporáneo. Ojalá estas historias no se repitan, mientras tanto recuerde usted que hay «espíritus buenos y malos que habitan la memoria, y que regresan de vez en cuando para recordarnos que se debe estar agradecido por la vida y la salud».