Rubén Hidalgo Ramiro, Madrid, 3 de marzo de 1975. Nació en la España que trataba de recuperarse tras una horrible Guerra Civil en la que perdimos todos y cuarenta años de dictadura. Hijo de migrantes que llegaron al sur de Madrid desde otras provincias en busca de su particular dorado. En esa España de valores, pluriempleos, cambios sociales y descampados donde jugar al fútbol a cualquier hora del día y de la noche, se forjó el carácter de un niño, como otros tantos, cuyo único sueño era el de emular a Quini: llegar al fútbol profesional. Vivió en el seno de una familia trabajadora en la que, sobre todo, hubo cariño, a falta de grandes lujos materiales. Y un camino claro: estudiar y trabajar duro para alcanzar los sueños.
A falta del talento necesario para ser futbolista profesional, y tras una larga vuelta alrededor de los sueños, cumpliendo el plan de ruta establecido, consiguió cumplirlos casi todos trabajando en otros ámbitos del deporte. Profesional del sector del fútbol durante veinte años, sin necesidad de tirar ningún
penalti decisivo. Agarrándose siempre al lema de Pablo Picasso «las musas llegaron, y me encontraron trabajando», avanza por la vida sin miedo, con el apoyo incondicional de su familia, a la cual le debe todo.