SALVADOR PEDRAGOSA RADUÁ, Lalo para sus familiares y amigos, nace en Barcelona en plena Guerra Civil bajo el sonido de los bombardeos, uno de los cuales pudo acabar con su vida y la de su madre (Amparo era maestra) pues una bomba destrozó el aula de donde momentos antes habían salido para refugiarse en los sótanos de la Escuela. Ha residido toda su vida en pleno Eixample barcelonés, donde el “pater familias” era su abuelo materno D. Antonio Raduá Arbizu, Coronel de Infantería que eludió con habilidad participar en actos bélicos con los que nunca comulgó y tuvo una buena relación con Mossén Josep Pedragosa Monclús, cura de la Cárcel Modelo, amigo de los pobres y creador de la Casa de Familia para los niños y jóvenes desvalidos o delincuentes a los que acogía para su ayuda y regeneración.
La coyuntura social y familiar que vivió Lalo desde pequeño le llevó a convencerse de la importancia de la justicia en todos los ámbitos de la vida, lo que le empujó a estudiar Derecho en la Universidad de Barcelona y a ser un abogado apasionado y especialmente feliz cuando más necesitado de apoyo estaba su cliente. El mismo se dio cuenta de que era un abogado para las “causas difíciles” y que en muchas ocasiones era necesario apoyar a la persona en dificultades, demostrando que, aunque “todos seamos iguales ante la ley” ésta debe de tener en consideración el entorno personal, familiar, laboral y social del afectado. Ello le dio a Lalo una fama de letrado combativo que acabó siendo reconocido por la Magistratura que no dictaba sentencias sin antes valorar los planteamientos que tan singular abogado presentaba. No es de extrañar, pues, que en el libro, se planteen “juicios” tan singulares como el de los “hijos no natos” que Lalo pudo tener y no tuvo, o el del gusano que osa comer su cadáver…
Sus ideas aún se plantean y comentan en el Colegio de Abogados de Barcelona en cuyos encuentros de letrados jubilados, Lalo se muestra muy activo y defensor de sus ideas que sigue manteniendo y explicando.