A Santi Sais (Ontinyent, 1965) le diagnosticaron cáncer, como a miles de personas. Él tiene una historia que cree merece ser contada, como las historias de miles de personas. Ha superado los pronósticos médicos basados en estadísticas y ha decidido escribir su historia con total honestidad y sinceridad, confiando en que pueda ser útil a otras personas.
Santi no es escritor, ni conferenciante, ni terapeuta. Es el padre de una bonita familia que lo inspira. Tiene un trabajo, sus aficiones y un puñado de amigos que lo apoyan, independientemente de que entiendan sus decisiones. Como millones de personas.
Este libro quiere ser un canto al poder de los pacientes de cáncer ante los pronósticos fatales basados en estadísticas. Relata la peripecia vital del autor desde que le diagnosticaron la enfermedad en la búsqueda de las respuestas que le permitieran sanar a nivel mental, emocional y espiritual, como un complemento imprescindible a la curación física que confió a los médicos.
El encuentro con Stella Maris Maruso le abrió la visión a los conflictos que puede engendrar o alimentar una enfermedad, y al poder de los enfermos en la superación de los pronósticos a partir de la aceptación del diagnóstico. El nacimiento de ANIMA, Associació càncer Ontinyent lo llevó a contactar con personas con la misma motivación y le permitió acompañar a personas enfermas de cáncer con un gran compromiso personal, de quienes aprendió preciosas lecciones de vida. La muerte de su padre por cáncer fue un proceso altamente creativo, sensible y amoroso. Un revelador viaje de cooperación a Ecuador lo puso en la pista más definitiva sobre la capacidad de mejorar la enfermedad al margen de los tratamientos. Todos estos momentos se salpican con otras historias íntimas con amigos y amigas, y escarceos con diferentes terapias con desigual resultado.
No se trata de un recetario anticáncer, ni una pauta a seguir ni un ejemplo de cómo superar los pronósticos. Pero sí reivindica una actitud del paciente que le da el poder para saltarse las estadísticas.
El texto tiene un estilo cercano, directo, coloquial —sin caer en ningún momento en lo vulgar— y empático, claramente dirigido a cualquier tipo de lector y con una evidente actitud catártica.