El autor del libro, Tato Duran —obviamente es su apodo, no es su nombre original—, es una persona que nunca se ha sentido muy aceptada, pero siempre se ha sentido especial.
Creció en una familia normal, de clase media, en la que nunca le faltó la comida y el amor de sus padres y hermana. En su adolescencia, pasó por varios colegios, por lo que nunca se terminaba de adaptar, pero tuvo una magnífica infancia con el skate y con la gente que conoció gracias a este deporte.
Estudió turismo y marketing digital, aunque nunca acabó de tener una carrera sólida en ninguno de esos dos campos, siempre prefirió viajar a intentar volverse un buen profesional del sector. Pasó la mayor parte del tiempo trabajando en hostelería para pagarse sus estudios y viajes.
Cuando hizo su primer viaje a Holanda con un amigo, descubrió un nuevo mundo. En ese momento se dio cuenta de que lo que realmente le llenaba el alma era viajar, aparte de su querida naturaleza, que siempre había estado a su lado para llenarle el corazón de felicidad y tranquilidad, su terapia natural.
A partir de ese primer viaje, ha ido explorando varios países y lugares, siempre intentando buscar la esencia del viajar, del viajero. Intentando viajar de una manera más auténtica, con una mochila, llegando a lugares no tan turísticos, conociendo y entendiendo las culturas locales, observando y aprendiendo de lo que le rodea y siempre intentando llenar la mochila de re-cuerdos y experiencias que llevarse a la tumba.
«Creo que nadie nace siendo un viaje-ro, creo que cualquiera se puede volver un viajero. Creo que para sentir lo que sentimos los viajeros acerca del viaje tienes que aventurarte tú mismo y experimentarlo por ti mismo, es imposible transmitirte con palabras todo lo que puedes llegar a sentir cuando uno viaja de la manera adecuada. Di-gamos que viajar ha dado sentido a mi vida».