Cuando uno busca la felicidad, siempre elige algún camino adaptado a su parecer. Y es que la felicidad es un concepto complejo, en el que intervienen multitud de factores y, por encima de todos ellos, el azar. La producción hormonal de cuatro tipos —endorfinas, serotonina, oxitocina y dopamina— es fundamental. Pero nuestra alimentación, el ejercicio físico y la cultura son también elementos básicos.

Por otra parte, la espiritualidad que proporcionan las creencias religiosas, el ambiente en el que vivimos, el clima, las amistades, la familia, los viajes y el aprendizaje no son en absoluto despreciables. Y otras muchas cosas, como la vivienda, la salud, el cariño y la generosidad con los demás —e incluso con uno mismo— no dejan de ser también muy necesarias en determinadas ocasiones.

Es importante elevar la autoestima y reducir el ego personal. Es imprescindible querer vivir y ser una persona entregada a los demás, pues la vida te devuelve con creces lo que das y te obliga a desprenderte de lo que has quitado a los demás. Por tanto, la limpieza de tus actuaciones va a condicionar el buen camino que te pueda llevar a ser feliz.

Pero la felicidad es también algo muy sencillo: empieza por querer ser feliz cada mañana cuando uno se despierta y continúa con aceptar siempre la vida que nos toca seguir cada día, con alegría, ilusión y generosidad, e incluso altruismo, hacia nuestros compañeros de existencia. Estar dispuesto a vivir por y para los demás, en la mejora personal e íntima de nuestra propia vida, es el mejor camino. Tal vez sea el único camino hacia la felicidad.

Así, cada cual habrá de adaptarlo a sus condiciones personales de vida y a las personas que de uno dependan.
Este libro es una especie de sinfonía alegre, que anima en todos sus movimientos a buscar un resultado final de éxito: el aplauso que, en cada instante, recibes por tu existencia.

Vamos a ello.