Hubo un tiempo en el que los peregrinos iniciaban su camino desde la puerta de casa. Con el paso de los días, se veían obligados a caminar maltrechos y careciendo de alimentos, ropa de abrigo o calzado. Al llegar a los pueblos o aldeas, llamaban a las puertas implorando caridad, recibiendo como respuesta un «Dios te ampare, peregrino».
Donde les sorprendían los temporales o les pillaba la noche buscaban refugio. Las enfermedades, la humedad, el frío o el hambre fueron causa de muchos fallecimientos, y sus cuerpos eran enterrados de manera anónima allá donde se les encontraba.
La historia que aquí se relata trata de aquellas épocas.
Biografía:
Francisco Curero Serrano nació en Cuenca de Campos (Valladolid). Es el quinto de siete hermanos y, a la edad de catorce años, comenzó su jornada laboral. A los veinte consigue la plaza de funcionario. En 1999 participa por primera vez en el Camino de Santiago. Junto con su esposa M.ª Isabel promueve y lleva a cabo las campañas «Deja tu huella en el Camino» y «Pintemos el mundo de color esperanza», consistentes en recolectar y facilitar a los peregrinos unas bolsitas que contienen semillas de árboles y arbustos que deberán plantar a lo largo de su recorrido.
Realizan trabajos de hospitaleros voluntarios en distintos albergues. En colaboración con la Federación de Asociaciones de Jubilados de Valladolid, organizan y llevan a cabo charlas teatralizadas sobre los orígenes del camino y la vida de los peregrinos.
En la actualidad, ha escrito dos libros sobre el Camino de Santiago. Es su deseo que los derechos de autor sean donados íntegramente para organizaciones benéficas.