Celeste ha llegado a su madurez con el alma joven. Sin embargo, percibe que es hora de reflexionar. La vida no le ha sido fácil y, pese a que ha logrado tener paz consigo misma, necesita revisar episodios que, por algún motivo, ha guardado celosamente.
Detiene su rutina y se dispone a vivir un día personal, de desierto, de encuentro con su ser interior al margen de la cotidianidad y de su mundo relacional. Recorre las huellas que la condujeron hasta su presente. Descubre, se asombra y en ocasiones rescata de sus recuerdos sentimientos añejos que ya no tiene. Su vida se transforma a partir de aquel día. La autora juega con realidad y fantasía, convirtiendo los sueños de Celeste en hechos concretos.
Una mirada esperanzadora en un mundo que se resiste a las utopías y desborda incertidumbre.