Como si de una pintura negra de Goya se tratara, una colección de espectros se reúne en una finca en la que un nostálgico de la cruzada franquista, con pretensiones de tener la sangre azul, se atiborra de comer, matar conejos y arriar bandera al toque de corneta.
Infidelidades, traiciones e hipocresías se barajan entre un rebaño de oportunistas que intentan sacar tajada de un mundo caduco. Al mismo tiempo, algunos personajes que se escapan de aquella ópera farisaica van apareciendo durante el deambular de nuestro siempre dispuesto aprendiz de investigador, pertinaz bebedor de whisky, que cree haber encontrado el amor de su vida en aquel yermo paisaje donde se va a perpetrar una venganza toledana, y todo ello con algún que otro fantasma, ansioso por cambiar impresiones con nuestro protagonista.