Sería tan fácil que fuera posible arrancar un sueño de tu subconsciente y, muy cuidadosamente, ser capaz de construir ese sueño en algún trocito de esa realidad que aún te falta por experimentar.
Quizás piensas que, solo haciendo lo imposible, conseguirás que algo que sabes que nunca sentirán tus sentimientos, y también tu piel, llegara simplemente a ocurrirte. En ese momento entiendes que tu única manera de interactuar con el amor romántico solo aparece en tus sueños. Solo en mis sueños veía como mis labios acariciaban suavemente los de ella; solo en mis sueños jugábamos con Cupido y le obligábamos a solo lanzarnos corazones.
Quizás eso es lo que nos pasa a todos. Solo vivimos nuestra propia realidad de amor deseado cuando nuestros ojos no solo no visualizan su verdadera vida, sino cuando juegan con cómo sería vivir en la vida idealizada, con cómo será ser amado como realmente te gustaría serlo. Porque, por miedo a que nos juzguen o, simplemente, a dejar a tu boca emitir sonidos, podríamos estar perdiendo el contacto con millones de sonrisas. Porque somos como almas desnudas en busca de amor, y es obvio que ese amor solo lo dibujan los sueños.