Si este libro ha llegado a tus manos es porque necesitas, además de asesoramiento jurídico, un compañero que te guíe a través del difícil momento por el que estás atravesando.
Cuando nos encontramos en una situación económica complicada, toda nuestra salud se resiente, nuestras relaciones personales se deterioran e incluso nuestro estado de ánimo se ve afectado llegando incluso a la depresión. Vivimos acosados por fantasmas, tememos no tener acceso a lo que nos gusta de esta vida (casa, coche, viajes, regalos para nuestros seres queridos), y además tememos perder lo que con tanto esfuerzo hemos conseguido.
Quizás ustedes hayan leído muchas veces que el Estado debe proteger a los ciudadanos, pero lo que nunca les han contado es que el Estado vive del pueblo y de las entidades privadas, y estas son las que lo hacen funcionar. Cuando una persona cae en la trampa de la deuda, cuando su patrimonio se ve amenazado, ¿adivine por quién tomará partido el Estado protector? ¿A quién le tenderá la mano para ayudarlo y apoyarlo con todo el peso de la ley? Entidades privadas de cobros de deudas y Estado se unen cuando quieren cobrar una deuda.
Los ejemplos abundan en España: venta de acciones preferentes y de obligaciones subordinadas, emitidas por entidades financieras en donde la diana de la estafa, resultó ser el colectivo de personas de edad avanzada, personas con un nivel cultural bajo o con pobres recursos de defensa.
Las cláusulas suelo (cuya legalidad, al fin, la UE ha puesto en entredicho) las comisiones bancarias abusivas, intereses que rayan la usura, etc.
Nos ofrecen miserias y dádivas con las cuales sobrevivimos casi al límite de la indigencia; sin embargo, en los rostros de políticos y empresarios siempre luce una maravillosa sonrisa: es la sonrisa que esconde la avaricia y la soberbia.
Cuando nos ven acorralados por las deudas, no dudan en usar todo su poder para sacarnos hasta el último de nuestros ahorros. ¿Por qué? Porque las grandes empresas son como monstruos insaciables que solo dan si con ello pueden ganar más. Nos dan créditos y préstamos para convertirnos en su botín más preciado: UN DEUDOR.
A un deudor pueden asustarlo, amenazarlo e incluso hasta culparlo. «¿Por qué pidió dinero prestado si no puede pagarlo?». «Él vino hacia nosotros, ahora que pague», son algunas cosas que las entidades de cobro argumentan cuando ven nuestra desesperación.
Ocultan la otra mitad de la verdad: la misma situación social y económica en la que nos hemos hundido, es la que nos llevó a pedir dinero…, y ahí están ellos, esperando, complacientes al principio, pero despiadados al final. Y antes de que lleguemos a ese final, a esa situación desesperada, en donde nuestra pareja, amigos, familia, al principio nos apoyarán, pero quizás, pasado un tiempo nos carguen con la culpa; nuestros hijos verán cómo se deteriora su modo de vida y nosotros viviremos atemorizados por esas llamadas inoportunas de los cobradores, por esas cartas amenazadoras que semana a semana recibiremos, antes de que suceda todo eso y que no tengamos una respuesta, nosotros te la brindamos en este libro para que puedas hacerles frente y salir triunfante.