En la temporada 2002-2003 del Gran Teatro del Liceo un tenor mexicano cantaba una canción de Ponce para cerrar su recital. Yo estaba recién llegada a Barcelona y sin saberlo había comprado la entrada en la zona dedicada a los “especialistas”. El señor sentado junto a mi tenía más años de los que yo tenía de vida viendo ópera en esa butaca y, a pesar de no ser músico, era un experto de dimensiones respetables. Terminaba el recital. Emotivo y elegante, como pocos había escuchado. Mi compañero de asiento, al terminar aquella canción mexicana y con los ojos llenos de lágrimas, me dijo: “Este chico tiene el sol de tu país en la voz”, lo que inmediatamente provocó las mías. Ese hombre era Ramón Vargas, el tenor al que no pude darle las gracias para no hacer una escena sensiblera y de lo que me arrepiento enormemente, porque a estos artistas hay mucho que agradecerles.
Nuestros artistas, con apoyo o sin él, con futuro o sin él, siguen creando. Han trabajado desde 1870 en este teatro y han sido el centro de la locura, la polémica, la admiración incluso el escándalo. Han hecho que los catalanes aprecien no sólo las voces mexicanas, sino nuestros talentos en la composición, la dirección de escena y la de orquesta, el diseño escenográfco e incluso en la teoría y la documentación. Somos el país latinoamericano que más ha participado en el Concurso Francesc Vinyas y el que más premios ha ganado. En Barcelona y en el medio operístico, a diferencia de otros lugares del mundo, somos un país querido, apreciado y respetado. Eso se lo debemos a más de medio centenar de artistas mexicanos que tienen más de ciento cuarenta años viniendo, trabajando y entregando lo único que nadie podrá quitarnos nunca: el talento.
Cantantes, directores de escena y de orquesta, compositores, libretistas y escenógrafos, han dejado su huella en este espacio y es esa huella la que este libro quiere estudiar. Sólo intenta hacer una recopilación, no de datos o hechos solamente, sino de la historia de estos artistas que, en defnitiva, han hecho que nuestro país sea mucho más que una nota de violencia.