Secretos largamente guardados, intimidades ocultas, deseos reprimidos, anhelos insatisfechos, frustraciones permanentes… Todo ello se despliega en este libro como origen de las confesiones que, antes o después, tenemos necesidad de realizar para liberar nuestra conciencia y quedar en paz con nosotros mismos. Puede ser producto de un instante o la agonía de toda una vida; haberlo tenido voluntariamente escondido o que haya permanecido inconscientemente olvidado. Es irrelevante porque acaban por asomar, indefectiblemente, cuando algún elemento perturbador remueve lo habitual.
En Confesiones se juega con esas motivaciones, aderezadas con los sentimientos que definen a los personajes: fundamentalmente, la soledad y la culpa.
Como en sus obras anteriores, el autor hace uso de lo fantástico y lo inusual para definir el escenario.