El presente texto tiene en parte un carácter autobiográfico, ya que se redacta sobre una experiencia personal, nacida de la trayectoria vital de un muy ilustre personaje del siglo XVII, D. Juan José de Austria (1629 -1679), hijo natural de Felipe IV —al que no conviene confundir con D. Juan de Austria, que lo fue de CarlosV—, y que fue elevado por Felipe IV a muy altas responsabilidades y cargos en España; uno de los más hermosos, príncipe de la mar, es decir, gobernador de todas las armas marítimas. Además, también era virrey de Sicilia, Nápoles, Cataluña, Aragón, de los Países Bajos… Un hombre que, en medio de esa vorágine de tensiones, guerras, muertes y desasosiegos, hizo que su corazón se depositara en una cajita bajo la Santa Columna del Pilar de Zaragoza. Esa inesperada muestra de fe y devoción por la Virgen del Pilar, en asunto tan grave, me impresionó. Y es el origen y razón de este texto.