La ciencia posibilita avanzar en el conocimiento del mundo, en base a un escepticismo y un empirismo simbióticos que preguntan sin descanso y buscan hallazgos contrarios a la hipótesis defendida. Por limitaciones éticas y de factibilidad, la mayoría de las investigaciones no son experimentales, sino observacionales. Ello lleva a los científicos a interpretar, erróneamente, como causal la relación encontrada entre cualesquiera dos acontecimientos. La ciencia también usa observaciones para realizar predicciones. Pero los sesgos en la información obtenida, junto a la ausencia del contraste empírico de los modelos predictivos, limitan su capacidad para anticipar la incertidumbre del entorno. Enrique Regidor y Rico Alcalde conversan sobre los trabajos científicos acerca del impacto de la crisis económica de 2008 y la austeridad posterior en la salud de la población, y sobre la práctica científica en torno a la pandemia de COVID-19. Señalan cómo los autores de muchos trabajos se sirvieron de valores extracientíficos para acomodar sus hallazgos a las hipótesis planteadas, sin preocuparse en mirar a su alrededor, donde sucedía todo lo contrario. Algunos se permitieron la arrogancia de proponer recomendaciones de cómo actuar en base a tales hallazgos, a pesar de que la interpretación de los mismos era pura fábula.