Cristóbal se despierta una mañana del mes de Fructidor y se pregunta a sí mismo: “Quién soy yo”. Aunque es evidente que él es Cristóbal, el objetivo de la pregunta no es descubrir su nombre, pues de lo contrario Cristóbal sería idiota. No. El objetivo es mucho, pero que mucho más ambicioso. Así las cosas Cristóbal comienza su andadura a la busca y captura de su esencia metafísica. Por fin, una mañana toma contacto con la entrañable Sor Blanca, inmaculada monja benedictina, que de inmediato le hace saber que su nombre significa etimológicamente “el que porta a Cristo”. Catarsis absoluta. Desde ese momento Cristóbal, consciente de su realidad mesiánica, inicia su particular búsqueda de la verdad. Por el camino Cristóbal tomará contacto con rocambolescos personajes como la sensual Ola Sinuosa, la insaciable Quincelustros, el lunático Doctor Espasmos, el siempre acechante Orejas de ratón, el implacable sargento Conspiration, la risueña vecina trapecista, el inflexible revisor, los conversos Pedro y el carpintero y otros estrafalarios y enigmáticos seres que desfilarán por las páginas protagonizando las más esperpénticas y extravagantes situaciones que culminarán en el despertar de la dormida conciencia de Cristóbal, el portador de Cristo.Que él nos ilumine y nos proteja.