El poeta Serrano Díez nos advierte, desde el principio de su intenso poemario, que la poesía “son palabras y silencios”, para luego plantearnos a lo largo del libro, lo que ya había advertido Gabriel Celaya, que también “…en la tierra son actos”.
Estamos ante una composición poética de innegable fuerza, que narra historias, habita en el recuerdo, mira hacia el futuro e invita —cómo no— al lector a hacer suyos los versos, porque de nada sirve un poema que el lector no pueda hacer suyo, pues esa y no otra, es la fuerza de la poesía.
Recuerdo, emoción, ritmo y plegaria, estas son las armas de la poesía de Serrano Díez, hecha siempre desde lo más profundo de su espiritualidad (que podemos llamar alma o sentimiento). Como muestra quiero acabar con una frase del poeta que es a la vez epitafio y epifanía para cuando el telón caiga y resume perfectamente lo sentido al leer este poemario: “… la obra bien, he disfrutado, gracias…”