Soy Alonso Velasco Granada y estoy muerto. Llegué al mundo en 1958 y —afortunado que es uno— viví casi toda mi vida en Cádiz, donde pude desarrollar mi talento con el mar y el Carnaval como telón de fondo. Al igual que Amanda, una gaditana afrancesada, como la llamaba Lozanda de pequeña para hacerla rabiar, mientras Daniel berreaba en su cuna. Me volqué en las letras, ya que ambos, Amanda y yo, escribimos porque no podemos no hacerlo. La muerte y el universo siempre fueron asuntos que me llamaron muchísimo la atención. Ahora, flotando en esta nueva dimensión, entiendo por qué. Esta novela, llena de vida sobre la muerte, está escrita desde la sanación de su autora a través de la escritura. Los personajes que expone, sus circunstancias y emociones ponen sobre la mesa el duelo, las creencias limitantes, el miedo o el rasgo de las Personas Altamente Sensibles (PAS).
Cuando todo se volvió acuarela es una propuesta de ayuda al lector a darse cuenta. ¿De qué? De la vida.