La jubilación es el comienzo de una vida nueva por descubrir. A esa conclusión llega el narrador que va enlazando los relatos, que al mismo tiempo le modelan a él. En uno de ellos se pregunta «¿quién soy?», e insinúa que solo es «sus relatos».
El engarce que elige el narrador es la vida misma, la literatura, el tiempo extra que le regalan cuando deja de trabajar y que en principio parece una obligación ir llenando, pero, si se quiere, es tiempo de libertad para seguir creciendo y disfrutando.
La recopilación, escrita con mirada dulce —nostálgica cuando aparecen niños o adolescentes—, enfatiza los contrastes e incluso las pequeñas tragedias a que tenemos que enfrentamos diariamente, como si fueran una ventana para poder mirarse a sí mismo y al mundo que nos rodea, consiguiendo que el lector se vea reflejado en los personajes, las aventuras, el amor, la determinación, la desidia, el triunfo, la obstinación o la perplejidad que la colección de relatos propone.