La autora estructura la novela alternando las dos historias vividas por la protagonista y las de sus tres amigas, consiguiendo una técnica narrativa y una precisión en la manera de hacerlas avanzar que consigue atrapar al lector y emocionarlo. El espacio y el tiempo narrados son plenamente creíbles y la trama se va desarrollando de tal manera que el lector se implica emocionalmente con los personajes, a los que llegan a conocer bien y cuyas motivaciones personales acaban por resultarle cercanas, coherentes y muy humanas. La acción se desarrolla en Sevilla.
Todo lo anterior se apoya en un estilo literario digamos que invisible, es decir, que no desea destacar por encima de la historia.
La autora no pretende seducir al lector con su uso del idioma ni con una técnica narrativa concreta. De la misma manera que en las buenas películas clásicas, el espectador común no repara en los movimientos de la cámara ni en el montaje, ni en ningún aspecto técnico, Cuatro mujeres y el otoño va avanzando en la lectura sin que la forma en que se le presenta lo entorpezca.