Este relato ocurre en una bella y maravillosa ciudad llamada Astorga, corazón latente de la maragatería, paso obligado para ir a Galicia y reposo deseado al volver de Santiago. En ella unos niños y un duende viven unas aventuras fantásticas y descubren una pequeña parte de la época romana.
El segundo cuento, nos demuestra que cumplir todos los deseos de una persona, no es sinónimo de felicidad, sino todo lo contrario. Es algo que hay que saber ganarse a pulso cada día y conseguirla haciendo felices a los demás a lo largo de la vida.