Cuentos madrileños y otras movidas de barrio tiene el deseo de ser la crónica de un tiempo y de un Madrid que se fuga hacia el futuro, pero que arrastra el pasado. Es un testimonio emocional de un superviviente de los años de la movida madrileña en torno a 1980 y la sensibilidad onírica que desarrollaron aquellos días; o mejor, aquellas noches. Pero convive con referencias a los significados de la vida de cualquier hombre. La vida en la capital posee frecuencias y sintonías diversas. Esta ciudad es una orquesta donde cada madrileño y cada forastero hacen vibrar una cuerda y emiten la melodía de su vida. Este ámbito urbano, sería el ecosistema narrativo para desarrollar el drama cómico de sus relaciones personales.
Me preguntaba cómo podía captar está serie de tonos y de acordes. Necesita de una herramienta literaria capaz de reunir esta serie de emociones e intuiciones. A priori, la novela se ofrecía como el instrumento más adecuado. Pero no tardé en enfrentarme al tiempo, al tiempo narrativo de la novela, muy lineal y continuo. La biografía, la crónica de un individuo, normalmente ofrece una idea que desencadena algo, tiene una finalidad definida y termina en un desenlace. Pero el cuento me brindaba la posibilidad de romper esa línea temporal y mostrarnos el mundo cuántico, empleando términos de la física, un mudo rotativo, sujeto a una espiral donde el tiempo no tenía un principio definido. Este es el germen de Cuentos madrileños y otras movidas de barrio.
Madrid es una ciudad circular en un sentido físico y emocional, que no se detiene en sus enloquecidas vueltas. Mis cuentos alternan tiempos y situaciones arbitrarias que el lector puede leer sin estar sujeto a un orden cronológico. JM y la cohorte de personajes que le acompañan te tienden la mano para que brinques de un lado a otro. De los acontecimientos contemporáneos viajas al recuerdo, te remites al pasado. Vas y vienes, no hay final fijo y preciso. La arquitectura de esta ciudad es un buen ejemplo de este mestizaje; barrios antiguos y modernos se mezclan de manera indeterminada, lo cual es una metáfora de todos y de todo. En otro orden de cosas, mi pluma o algo de lo que se podía denominar como estilo, no utiliza el filo cortante de un bisturí macabro para examinar la vida y a sus actores, no explora ni se recrea en narraciones trágicas y dramáticas. La ironía y el humor con toques de sarcasmo son las herramientas literarias que me entregó Miguel de Cervantes para contar como un trovador urbano los sueños y los fracasos.
Mvz.