Como en la mejor tradición machadiana, la poesía de Carlos Rafael Duverrán reconoce la palabra en el tiempo. La circunstancia, completa y necesaria, es el origen y el sostén del poema, y este un testimonio del mundo que busca la perpetuidad. Es una cuestión de tiempo y de palabra, una consciencia de lo inminente y un deseo de darle un nuevo sentido mediante el verbo. El poeta no contempla la realidad; la rehace, redistribuye sus sensaciones y sus sentidos; revivifica las emociones y las deja como símbolos, como referentes reinventados. Es poesía en la historia y poesía con la historia; con avisos, con evocaciones, con personajes, con iconos, en que la música de jazz se integra a los ruidos callejeros del vecindario.