Ser o no ser cursi, ¿es acaso esto un dilema?
La verdad es que todos hemos sido cursis en algún momento de nuestras vidas, y algunos otros persisten en serlo con la aquiescencia de sus parejas.
Aceptémoslo, a lo largo de nuestra existencia hemos sido, somos y de seguro seguiremos siendo cursis, y en muchos casos el serlo nos ha divertido, y en otras ocasiones nos han abierto las puertas de corazones reticentes.
Cursilerías, como efecto de pensar y expresar nuestros sentimientos, nuestras pasiones y, por qué no, de susurrar los deseos más libertinos, tienen su encanto. Y esa ha sido la línea que ha seguido el autor, tocando temas tan disímiles como el amor platónico, la realidad, la vida, la muerte o el medioambiente en un lenguaje romántico, irreverente y, en otras tantas ocasiones, adorablemente cursi.