Sitúa al lector en una atalaya que le permite observar el tránsito vital de un alcarreño de su tiempo y, a la vez, de una sociedad en vertiginosa transformación. Un camino que el autor comienza a mediados del siglo XX, en el seno de una familia de labradores con ajustados recursos, que merecen todo el agradecimiento y loa del autor como forjadores de su firme disposición.
Ese bagaje infantil será el motor que le impulse y anime ante las dificultades que toda larga senda presenta para probar, en esos tramos de dificultad singular, «la forma física del caminante».
El autor facilita la visión infantil de un pequeño pueblo, de sus gentes y costumbres, no exentas de privaciones propias de la época; la evolución personal posterior, y, en este caso, el obligado pero imperfecto desarraigo, gracias a la tenaz defensa de los vínculos afectivos que le ligan a su origen.
El libro nos deja detalladas descripciones de dos mundos tan distintos como el de una sociedad rural y agraria y los entresijos de una puntera empresa industrial y tecnológica. Pero también la aplicación persistente de unos valores inculcados por los padres, aplicados con empeño y dedicación que permiten alcanzar las más insospechadas metas.
El título del libro y su portada ilustran y sintetizan la evolución de un país durante un periodo relativamente corto, equivalente al de una recia generación en la que encaja el autor, que, sin pretenderlo, puede representarla.
Imágenes, vivencias, tesón, esfuerzo; en suma, una vida.
1- Un niño en Canalejas del Arroyo (Cuenca).
2- Etapa de estudiante.
3- Comienzos en el mundo laboral.
4- Dirección de Talgo en Barcelona.
5- Regreso a Madrid.
6- Talgo entra en el selecto club de alta velocidad.
7- Los fondos de capital-riesgo entran en el capital de Talgo.