La vida está llena de misterios que constituyen un gran reto para los incrédulos como yo, que luchamos con la testarudez y la desesperanza de Sancho Panza, contra los fantasmas que tratan de apoderarse de nosotros. En mi larga batalla he terminado por fin declarando que hay que dejar espacio a la curiosidad y la imaginación. Si todo fuera predecible, si la verdad se basara en la absoluta certeza, no habría artistas ni pensadores; sólo ciencia neutra y fría.
Nada aparece escrito al comienzo del libro de la vida; todo hay que anotarlo en una combinación de anhelo, certidumbre, esperanza, utopía, delirio, esfuerzo, candor y ofuscación. El final siempre es el mismo. Pero, como dicen los beduinos, lo que importa de un viaje es el viaje en sí, no llegar a su destino. Mi viaje ha valido la pena.
De Morella salí al camino de la vida y en Albalate me detendré. Éste será en el futuro mi punto de reencuentro con quienes deseen escuchar unos segundos la sintonía de mi existencia. Seguro que percibirán el mismo aliento y la misma energía que me fueron transmitidas por las diez generaciones que me precedieron.