Una mañana soleada en Asturias, una plácida excursión que culmina en un idílico claro del bosque, donde se celebra una fiesta infantil, se convierte en un suplicio para su protagonista.
Julia, una joven madre de un niño de tres años, se ausenta un momento del grupo festivo; al regresar, su hijo ha desaparecido:
«Pongo un pie fuera del recinto y la luz radiante de unos pasos más atrás se convierte en penumbra. Una sensación de asfixia me embarga. No hay caminos pisados. No tengo ni idea de por dónde ir, derecha, izquierda, recto. Agudizo el oído, intento penetrar con la vista la espesura, lo veo todo nebuloso, como desdibujado. Siento el peso de la culpa sobre mis hombros, tengo las piernas bloqueadas, mutiladas, estoy paralizada, como en una pesadilla en la que intentas correr y no logras moverte del sitio sin llegar nunca a tu destino».
Como dijo Sófocles: «Los niños son las anclas de la vida de una madre», y Julia no está dispuesta a perder a su hijo.
Desaparecido es una obra intimista, emocional y profundamente humana, donde el tono realista se impone desde el primer momento, así como su capacidad para arrastrar al espectador desde la primera página y hacer que empatice con los protagonistas, principales y secundarios, que deambulan por las diferentes tramas y que están dotados de una complejidad importante, lo que los hace bastante poliédricos y con altas dosis de contenido subjetivo y psicológico.