Algunos personajes no necesitan ser inventados. Solo hay que sentarse a escucharlos. Tony es uno de ellos.
Tony Baliz ha vivido demasiado y demasiado deprisa. Ha trabajado, huido, amado mal, mentido bien, sobrevivido. Ha recorrido bares, países y empleos como quien cambia de camisa: sin mirar atrás. Su vida parece una mezcla de comedia absurda y tragedia cotidiana, con momentos tan delirantes que cuesta distinguir si reír o quedarse en silencio.
Pedro Arias Domínguez traza aquí un retrato feroz y a la vez íntimo de un hombre real, hecho de contradicciones. Con una prosa directa, ágil y sin adornos, nos lleva por los rincones de una existencia que se tambalea entre el descontrol y la necesidad de afecto. Hay ironía, sí, pero también respeto. Hay crítica, pero nunca desprecio. Porque conocer a Tony es también entender todo lo que el sistema ignora: la soledad, la precariedad, el desarraigo, la imposibilidad de encontrar un sitio.
Las ciudades que recorre —la Costa del Sol, Madrid, León, Francia, Alemania— moldean su forma de mirar el mundo, pero sobre todo revelan la manera en que el mundo lo mira a él. En cada cambio de lugar hay una promesa rota, una oportunidad que no fue, un intento por empezar de nuevo sin saber cómo.
Descubriendo a Tony atrapa por su capacidad de mostrarnos lo incómodo sin disfrazarlo, de explorar los márgenes sin condescendencia. Es un viaje literario hacia una vida que parece pedida a gritos. Un relato para quienes saben que no todo se arregla, que no todos encuentran paz, pero que, aun así, merece la pena contar cada historia hasta el final.