En este libro, el autor busca la sana intención de que el lector se coloque o se sitúe en el papel de protagonista de cada uno de los textos que aparecen aquí plasmados, textos que hacen referencia mayoritariamente al amor en sus distintas vertientes, no solo desde el enfoque de la pasión y el romanticismo, sino también desde un prisma negativo, como puede ser la frustración, el desengaño, el abandono o la ruptura. Sintiéndolo mucho por los apasionados del amor, no todo en esta vida es amor. He tratado por todos los medios que seáis vosotros, los lectores, los verdaderos protagonistas de los escritos, unos textos sacados, en su inmensa mayoría, de la imaginación, aunque otros están basados en experiencias de compañeros y amigos y son tan reales como la vida misma, por eso, hacer uso de la empatía y asumir el papel de protagonista de los textos no os resultará tarea ardua ni difícil.
Hemos de ser conscientes de que la vida es muy sencilla y simple, pero, en cambio, nos aferramos a nimiedades que hacen imposible su correcta y justa interpretación, la vida es sinónimo de belleza y tristeza, pero, por desgracia, la tristeza supera con creces a la alegría, por eso os aconsejo disfrutar el momento, sin aferrarnos a un futuro lejano e incierto que solo Dios sabrá si llegará o no. La vida es sinónimo de presente, el presente es lo realmente importante; mayoritariamente, la vida se nos muestra con sus dificultades, tristezas, e incluso agonía y llanto.
El libro es un canto a la vida y por supuesto también es un canto a la muerte. En él su autor se pone en la piel de ese niño rebelde y travieso que disfruta jugando en nuestra madre naturaleza, como también se pone en la piel de ese anciano que cada día que pasa es más consciente de que su tiempo se está acabando, de ese joven que se enamora por primera vez o de ese amor que surge a una edad madura, tras una separación o divorcio, incluso con el atrevimiento de ponerse en la tesitura de vivir un amor prohibido, al ser una persona casada… Nadie puede escapar del amor, como tampoco nadie puede escapar de la muerte. En resumidas cuentas, el autor echa mano de la empatía, a efectos de contagiar al lector para que vaya desmenuzando con una lectura serena y tranquila cada uno de los textos, un objetivo que solo se puede conseguir leyendo por las noches, preferiblemente, de tres a cinco relatos y nada más. No es aconsejable una lectura acelerada y rápida del libro, al correr el riesgo de no captar el verdadero significado, esencia y mensaje que su autor pretende transmitir en cada uno de los relatos.
El título, Desde un rincón de Álora, pueblo de la provincia de Málaga, hace referencia exactamente al lugar donde el autor del libro ha vivido su infancia, su adolescencia, un lugar al que, tras un paréntesis de más de treinta años, ha vuelto a dicho rincón para saborear los últimos años de su vida hasta que llegue la hora de cruzar la fina franja que separa la vida de la muerte. Un rincón desde el que, aislado del mundanal ruido, el autor trata de sacar fuera de su mente una amalgama de ideas, pensamientos, sensaciones y sentimientos, procurando por todos los medios hilvanarlos y así, al menos, conseguir el entretenimiento del lector.
Dedicado a mis padres, que en paz descansen, a mi esposa y madre de mis hijos, a mis niños de mi alma y de mi corazón, a mis hermanos y sobrinos, a todos mis amigos con quienes he compartido momentos en esta dura y a la vez bella vida, sin olvidarme de quienes depositaron desde un principio su confianza en este hombre que jugaba a ser escritor: Pilar, Álvaro, Loli, Moisés, María José, Antonia, Marina, Jesús, Jonathan, Pedro, Rocky, Domingo, Ana, Elvira, Maribel, María Rosa, Conchi, Carlos, Angelica, Paqui, Ana Rosa, Ignacio, Inma, Juana, Ana Belén, Rosa Mari, Amada, Javier, Karim, Salvador, José, Manuel, Rosana, Flores, Antonio, Tere y Ana Mari, por mencionar algunos; no olvidemos que la vida se compone precisamente de eso, de momentos que nunca han de pasar desapercibidos e ignorados por quienes disfrutamos de ellos, nosotros.