Carlos Dauder y Leonor Casademon seguían trabajando sin aliento para seguir dando vida a Investigaciones Dauder, empresa cuyo gerente era Carlos. La vulnerabilidad económica del negocio les obligaba a ambos detectives a aceptar cualquier petición de un cliente que fuera susceptible de investigar.
Una serie de casos que debían investigar les tendrían ocupados bastante tiempo.
Un anciano que sospecha de las intenciones de una vecina, que lo atiende muy bien, solicita que la investiguen.
Una persona pide que investiguen el paradero de su hermano, que unos años antes había vendido una propiedad sin repartir el beneficio de la venta.
Un hombre, amargamente, solicita investigar, el paradero de su hija. Había desaparecido hacia un tiempo y desconocía si aún vivía.
Un señor con una enfermedad mental (trastorno de doble personalidad múltiple; es decir, que alterna diferentes identidades) quiere que investiguen cuál es la vida cotidiana de su otro «yo».
Investigación de la desaparición de tres chicas que trabajan en la misma empresa.
Un empresario de la fruta, leridano y ciego, tiene serias sospechas de que existen irregularidades en su negocio y quiere saber qué sucede.
El propietario de una empresa quiere conocer el paradero de un ingeniero, empleado de su empresa, del cual está muy enamorado; por eso quiere encontrarlo.