Los pensamientos de Julián giran en un sentido mientras que su vida y el mundo lo hacen en sentido contrario. No es una situación muy feliz, pero sí soportable; hasta que la aparición de un cadáver amenaza con llevarse todo por delante.
La novela policíaca que nació en la campiña inglesa y luego viajó por París, Sicilia y los abetos nevados de Escandinavia, se traslada de nuevo a los polvorientos caminos manchegos bajo el ardiente sol de julio. La tierra de don Quijote, pero también la tierra de Francisco García Pavón y de su policía Plinio. Que a estos dos últimos sirva esta novela de sentido homenaje.